El dolor lumbar crónico se considera la primera causa mundial de discapacidad, ya que limita el movimiento. Además, dificulta notablemente las actividades de la vida diaria y tiene un alto impacto psicológico, económico y social.
El dolor lumbar cronico es muy común en la sociedad. Se calcula que aproximadamente el 80% de la población experimentará dolor lumbar a lo largo de su vida. La mayoría de los dolores lumbares agudos se resuelven en un período de 4 semanas. La posibilidad de que el dolor vuelva a aparecer es muy alta (25%). Entre un 10 y un 40% de los dolores lumbares se convierten en crónicos.
Recientes estudios concluyen que la incorporación temprana a un tratamiento de fisioterapia puede suponer una reducción del 60% de los costes económicos asociados al dolor lumbar, a la vez que disminuye significativamente los tiempos de reincorporación a las actividades de la vida diaria.
Aproximadamente, el 85% de los dolores lumbares no tienen una causa objetiva clara y acaban siendo diagnosticados como dolor lumbar inespecífico. Incluso cuando existe un diagnóstico radiológico claro, como ocurre en muchos casos con las hernias discales, no podemos asumir que este hallazgo radiológico sea realmente la causa desencadenante del dolor lumbar (muchas personas con radiografías similares no presentan síntomas dolorosos).
Aunque, en conjunto, el dolor en las articulaciones cigapofisarias, las alteraciones discogénicas y el dolor en las articulaciones sacroilíacas están presentes en el origen de casi el 70% de los dolores lumbares, actualmente se considera que el dolor lumbar tiene una naturaleza multifactorial.
Cuando se produce una lesión de cualquier tipo y la persona experimenta dolor, puede interpretarlo de dos formas:
Considerar el dolor como una situación transitoria
Que no es amenazante ni debe tener consecuencias graves; en este caso, el individuo, tras un período razonable de reposo, se incorporará progresivamente a las actividades de la vida diaria hasta lograr la curación.
Asociar al dolor un significado catastrófico
Que, a su vez, provocará miedo al dolor (actitud defensiva frente a una percepción de amenaza real o imaginaria) y ansiedad (actitud preventiva que aumenta la hipervigilancia frente a cualquier sensación dolorosa); en este caso, el individuo piensa que el movimiento y la actividad empeorarán el dolor o provocarán una nueva lesión (kinesiofobia)
El segundo caso lleva al paciente a un proceso de evitación que desemboca en desuso de las estructuras asociadas al movimiento, aumento de la discapacidad y depresión. Este cuadro, aumenta la intensidad de la experiencia del dolor e inicia de nuevo el bucle de
dolor >> catastrofismo >> miedo + ansiedad >> hipervigilancia + evitación >> dolor
El primer objetivo del fisioterapeuta es trabajar con el paciente para reducir su dolor a unos niveles que liberen al paciente de la principal fuente de limitación del movimiento y que reduzcan los frenos derivados del miedo y la ansiedad.
Seguidamente, se introducirán ejercicios de estabilización y control motor de la cintura lumbopélvica, para mejorar la coordinación óptima de todas las estructuras implicadas. Así como ejercicios de fuerza y resistencia, para mejorar la capacidad de afrontar de nuevo las actividades de la vida diaria. Por último, se trabajará en la progresiva incorporación de ejercicios funcionales que faciliten la transición a una vida activa normal.
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